2 de enero de 2009

García-Alix



Más allá de la Movida. De la heroína y de las motos. Los tatuajes. Más allá de las paredes desconchadas y de los altos bloques de edificios que palpan el cielo plomizo. De los miles de pares de ojos que miran a su objetivo, con insolencia y ternura, gallardos y desvalidos a un tiempo. Más allá de las crisis personales, los pantanos de la propia mente. Más incluso del amplio reconocimiento crítico, popular e institucional alcanzado con los años. García-Alix hace inventario de su vida y de su obra - ¿cómo disociarlas? - en De donde no se vuelve, una suerte de exorcismo con el que el fotógrafo se desnuda a través de su mirada, de sus retratos terribles.

  • "La fotografía es un poderoso médium. Nos lleva al otro lado de la vida.Y allí, atrapados en su mundo de luces y sombras, siendo sólo presencia, también vivimos.Inmutables. Sin penas. Redimidos nuestros pecados. Por fin domesticados... Congelados.Al otro lado de la vida... De donde no se vuelve".

Así se explica el propio autor en una turbadora pieza audiovisual con la que da carpetazo a la exposición en el Reina Sofía. Así confiesa que la foto es su única y fiel compañera a lo largo del todos estos años, la única disciplina que mantuvo en mitad de la peste narcótica. Encontró en la cámara un canal expresivo que al cabo le ha servido para salvarse, para comprenderse. Tras muchas huidas, tras tantas habitaciones abandonadas, la fotografía es lo único que le permite pasar al otro lado, revisarlo todo sin manchare las manos. No del todo, al menos. 

2 comentarios:

MIRIAM dijo...

La fotografía como casi el arte entero es un refugio para sus hacedores. Recuerdo el caso de David Nebreda por ejemplo, hay muchos otros.
Saludos

A.Mora dijo...

Google es fantástico: te pone ahí, a golpe de click, cualquier conocimiento, al menos de manera superficial. Tu comentario, por ejemplo, desliza el nombre de David Nebreda. Yo soy bastante ignorante, pero tengo a google como aliado y no tengo más que teclear "David Nebrera", y, como si hubiera convocado a las brujas en una ceremonia pagana, saltan a la pantalla de mi ordenador las imágenes torturadas de este tipo, esquizofrénico, que, leo, se dedica desde hace décadas a magullarse y humillarse, a ayunar y vivir enclaustrado y célibe; y a documentar todo ese proceso con fotografías. Aún no tengo decidida mi opinión sobre esa opción vital y artística, la verdad. No sé qué pensar, aparte de que el tal Nebreda me ha recordado a un personaje de "El pasado", de Alan Pauls: Riltse, un artista maldito que se decanta por la automutilación de partes enfermas de su cuerpo como un modo de arte.

A mí, más bien, me da asco, creo.