8 de febrero de 2008

Todos se meten

Kirsten Dunst también ha ingresado en un centro de desintoxicación. La noticia no llegaría por los cauces comunes a este blog si no fuera por ese "también" deslizado en la frase. Escribo de memoria, pero en el último mes y medio se murieron o se dejaron morir Brad Renfro y Heath Ledger, y han ingresado o reingresado en centros de rehabilitación Eva Mendes, Britney Spears y Kirsten Dunst. Una plaga de drogotas hollywoodienses se extiende ruidosamente por la Meca del celuloide. Y, sospecho, hay un nutrido grupo de yonquis hiperfamosos que también crece sin que se entere el gran público.

Tiendo a mirar con recelo este nuevo periodismo de couché (véase Cuore o el extinto Tomate), que hace del vapuleo al famosillo su razón de ser. Prefiero a Bob Pop, que firma en Público una página diaria su vitrina de celebridades esperpénticas y peripatéticas. Por mucho que se empeñen en justificar algunos, no es equiparable los perfiles de Marilyn y otros a cargo de Capote que la crítica despiadada, morbosa y simple que menudea en la tele de hoy.

Me gusta Bob Pop (que también escribe para 20minutos), porque es culto, y no aprovecha esa virtud para menospreciar a los mounstros perfectos que retrata cada día, sino para contar que hasta los dioses del celuloide son terriblemente humanos, tan humanos que, a fuerza de que entre todos les veneremos, han terminado creyéndose invencibles. Y no se puede ser más vulnerable que cuando crees que nada te puede herir.

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