19 de septiembre de 2005

Lasitud

Cada segundo se descuelga en las agujas del reloj con lentitud de buey. El segundero cae con estrépito, aunque casi todo es silencio en esta oficina. Sólo se oye el parloteo apagado de la radio y el ruido de fondo del trajín en la calle. Trabajar y no hacer nada mientras trabajas es una incongruencia tan grande que a uno sólo le queda escribir lo que se le pasa por la cabeza, cada vez más enlodada, más fatigosa, con agujetas. El paro es casi mejor que este derrumbe silencioso de las expectativas. Voy a escribir una novela corta y a enviarla a cuantos concursos literarios la reclamen. A ver si alguien me la compra y me hago rico, famoso y fatuo a fuerza de halagos. Jesús, como divago. Primero tendré que escribir la novela, ¿no?. Pssss, no se crea, hay a quien no le hace falta escribirla para venderla a buen precio. Hala, a currar.

PD: He metido "aburrimiento" en google y esta es una de las imágenes que mejor ejemplifica mi estado de ánimo. Quién fuera gato:


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