26 de enero de 2009

Pin-ball


Un buen día (ayer, tal vez) decidí que la estructura de todas las novelas que cayeran en mis manos sería exclusivamente la que yo quisiera darle. Así de sencillo: la literatura es un torrente poderoso, pensé, por el que te precipitas tú, lector, y los libros que viajan contigo y a los que a veces te aferras como si de troncos se tratase, y que otras esquivas para que no te golpeen en el cráneo. Tú te agarras a esos libros, los quieres, te sientes en deuda con ellos por lo bien que se han portado contigo. Te los llevas a casa y les pones tu ropa, y les das de cenar. Les das cobijo, para devolverles el favor. Los haces tuyos, los completas, y ese puñado de páginas encuadernadas dejan de pertenecer al tipo ese que te mira en blanco y negro desde la solapa y pasan a ser tuyos y como son tuyos ahora resuelves que, desde sus cimientos hasta sus ramificaciones, tú tienes algo, mucho, que decir en todo esto.

Eso pensé, un día (creo que fue ayer, sí), después de dar carpetazo a un libro de Piglia que se apellida Perpetua y se llama Prisión. Pensé que esa novela, que son, como mínimo dos novelas, era un pin-ball. Una de esas máquinas de bar en las que la bola es propulsada con fuerza por un muelle hacia un tablero cuajado de rincones, túneles, esquinas y resortes que escupen la bola en mil direcciones. Así, bola de pin-ball, me sentí yo al leer, de una sentada, Prisión Perpetua. Noté que Piglia era el tipo que juega, que acciona el muelle que me empuja de un lado a otro, a merced de los vaivenes, pero siempre atento, centinela, a que yo no me despeñe por el agujero del tablero inclinado.  

Que me ha gustado mucho, Prisión Perpetua, pensé (ayer, sí, confirmado). Que leeré más de Piglia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Te recomiendo Crítica y ficción, entrevistas, ensayos, artículas, borgesianismos... muy interesante. Otro Piglia.

A.Mora dijo...

Tomo nota, Cristina, siempre se agradecen las recomendaciones. Bueno, no siempre, hay que saber escoger al consejero.

Gracias,