A pesar de que nos hacen creer que hoy padecemos sobreabundancia de posibilidades, la libertad que verdaderamente ejercemos es muy limitada. Nos quedan, al cabo, los gustos particulares, las filias y fobias. Las listas. Nadie te obliga a que te guste algo, aunque el discurso oficial de la intelectualidad o del márketing siempre trate de condicionar tus preferencias. Lo más triste de una dictadura es cuando se censuran los libros, las películas, las canciones, cuando se acotan los viajes, y se vigilan o se prohíben las reuniones. Por ahí empieza a pudrirse un régimen, siempre.
Reparo en todo esto mientras pienso en la lista de los libros que voy a leer en las próximas semanas, los que ya aguardan su turno en mi mesilla:
- El buen soldado. FORD MADOX FORD.
- Historia abreviada de la literatura portátil. ENRIQUE VILA-MATAS.
- Carta breve para un largo adiós. PETER HANDKE.
- Prisión perpetua. RICARDO PIGLIA.
- El secreto del mal. ROBERTO BOLAÑO.
- Un trozo de mi corazón y La última oportunidad. RICHARD FORD.
- El parque de los ciervos. NORMAN MAILER.
Y otros tantos.
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