15 de septiembre de 2008

David Foster Wallace

Se suicidó el viernes David Foster Wallace. Tuve en la mano alguna de sus novelas publicadas en España, pero acabé decantándome por la novela de Lethem que leo ahora, más por cuestiones coyunturales que por convicción plena. 

Conservo una especie de rabia egoísta y arbitraria cuando descubro que un autor que me interesa pero al que aún no he leído fallece. Si hoy paseas por cualquier librería, encontrarás estantes disfrazados de velatorios. Ahí está el muerto, expuesto a los ojos del paseante enlutado, transfigurado en páginas, en tinta seca. Claro que muchos de los que hoy se detengan y hojeen a Foster Wallacee y se asomen así al nicho de sus libros ingnorarán que ese autor nos mandó al carajo hace sólo un puñado de horas. 

Envidio esa ignorancia, porque cuando acuda en los próximos días a cualquier librería y compre y lea a Foster Wallace, lo haré sin duda con la carga de la culpa. Eso ocurre. Fallece un conocido y cuando digieres la noticia de su muerte lo haces con la cabeza gacha, arrepentido por todas las ocasiones en que ignoraste al finado; todas esas veces en las que le condenaste sin causa. Te asquea aquella íntima actitud tuya; y, casi tanto como eso, te asquea la osadía del muerto por morirse y dejarte en evidencia. 

Foster Wallace, que lo sepas: me molesta que te ahorcases. Me fastidia porque ahora habré de leerte bajo el peso del remordimiento. Porque seré uno más de los que se aproximen a tí desde el morbo de la muerte. Porque leeré tus páginas sin saber muy bien si me gustarán por sí mismas o porque ya tendré en cuenta que las escribiste a la intemperie, a merced de la nube negra, sin más escudo que la propia escritura. Y, sobre todo, me indigna por todo lo que te quedaba por escribir y ahora ya se perderá en el limbo. 

1 comentarios:

j.julio dijo...

Te felicito por este texto tan bien escrito, tan razonado y tan sentido.
A Foster Wallace no le quedaba "un día más con vida", según él pensó.
Tú tienes todos los días de la vida para aprovecharlos bien.
A mí estas muertes me hacen aprovechar más el tiempo, rendir mejor, encontrar cuál es el secreto para ser feliz.
Un saludo muy cordial como siempre.
La vida es única e irrepetible. Como el hombre. Como la mujer.