11 de febrero de 2008

Me gustan las pelis näif

Pues eso. Que tal vez sea esta tarde de lunes y esta confesión impulsiva sólo parta del desaliento de cuatro días por delante de oficina, café aguado y comida recalentada. Pero las circunstancias no le restan franqueza al testimonio: me gustan las pelis näif. Por eso, en días como hoy, dan ganas de renegar de Tony Soprano, de Michael Corleone o Tyler Durden, yo qué sé. En días como hoy dan ganas de coger una bandera y gritar que uno disfruta mucho viendo cosas como Juno, como Amelie, como Tú, yo y todo lo demás, como Pequeña Miss Sunshine. Y me dejo alguna en el margen de la hoja.



Harto ya de estar harto de los solemnes, los sabihondos, los profundos, los vacuos; declaro, aquí y ahora, que el buen cine que se puede hacer hoy (y sospecho que siempre) tiene por fuerza que reirse de uno mismo y puede y debe acabar bien. Porque los finales felices siempre son posibles. Porque los finales tristes sólo lo son para el que mira. Porque el optimismo también es inteligente, coño ya.

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