6 de marzo de 2006

Un final made in «Six feet under»


Muere una mujer al caerle encima una jaula debido a los efectos del viento
AGENCIAS_5 de marzo de 2006
Una mujer de 42 años murió hoy al caerle encima una jaula de grandes dimensiones en una residencia canina, de la que era propietaria, debido a los efectos del viento.
El suceso se produjo alrededor de las 09.00 horas, en una residencia de perros situada en la localidad madrileña de Pozuelo del Rey, en el suroeste de la región, cuando la jaula, que se encontraba sobre una base de hormigón sin anclar, se desplazó y le cayó encima.Hasta el lugar del suceso se desplazaron dos dotaciones de bomberos y una UVI del Summa, cuyos facultativos no pudieron hacer nada por salvar a la víctima, ya que la mujer, que se encontraba atrapada, había fallecido.




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No lo dudo: puede que se deba a mi proverbial tendencia a asociar lo que sucede en el mundo con mis propias obsesiones, mis debilidades, mis cuitas. Pero tener un blog es el último modo inventado para compartir fobias y filias particulares. Mi más reciente fijación es «A dos metros bajo tierra», una serie maltratada con saña por la televisión pública española. Como es tarea imposible tratar de seguir con regularidad su hilo argumental a través de las emisiones anárquicas (cambios de horario, programaciones intempestivas, supresión sin más), yo pirateo y me la he bajado en versión original. Me faltan por ver seis capítulos de la última temporada y la trama ha logrado atraparme hasta el punto de que cuando dispongo de un rato suelto, me veo un capítulo.
Pero el caso no es ese. Otro día escribiré más en profundidad sobre la serie. El caso es que digiero lo que pasa a mi alrededor, como he dicho, a través de los ojos de los Fisher, la familia protagonista. Y ocurre que cada capítulo de la serie se rige por el mismo comienzo: el relato conciso de los últimos instantes de la vida de una persona. La persona muere y su cuerpo va a parar a la funeraria de los Fisher, que se hacen cargo de todo el trasiego post-morten (embalsamamiento, trámites, funeral). Alrededor de ese deceso inicial se desatan los acontecimientos que fundamentan cada capítulo. Un modo original y efectivo de componer la trama argumental de esta serie. Un modelo que harían bien en fagocitar (con disimulo y elegancia) las producciones televisivas españolas.
Esa muerte, que cambia de rostro en cada capítulo y adopta diversos caminos para alcanzar su fin, es lo que le lleva a uno a tomar conciencia de lo cerca que estamos de que la casualidad nos depare un fin insospechado un segundo antes de que suceda. Esa muerte nos hace estar alerta a cada instante, porque la guadaña acecha; aunque también concede la oportunidad, al optimista, de constatar que cada día es aprovechable, más que nada porque pudiera ser el último. Que se lo cuenten a la dueña de la perrera.

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