21 de noviembre de 2005

Sólo fútbol (y nada menos)

Válgame. Los lunes que más joden son resacas de derrotas. El lamento se multiplica cuando es un 0-3, en casa y contra el Barça. Ayer pasé un mal día, rumiando maldiciones por los pasillos y negándome a afrontar las crónicas del partido.
Pero el tiempo todo lo sana, y, a pesar de que es lunes y perdimos, he sido capaz de alzar la vista y comprobar que no todo es tan malo. De hecho, hay algo que me susurra al oído, cada vez con más fuerza, que lo del sábado fue algo grande. Muy grande. ¿Por qué? Porque todo estaba preparado para hacernos vivir uno de los días más vergonzosos para el fútbol. Y resulta que Madrid, mi Madrid, volvió a dar una lección de civismo aplaudiendo a un gran equipo que pasó por el Bernabeu arrumbando sin compasión los últimos restos de la galaxia.
La inquietante sombra de la discordia eterna entre Madrid y Barcelona nunca encontró mejor diana que el sábado: el Estatut en su apogeo, víspera de 20-N y un nuevo desembarco de Etoo, insaciable de venganza.
Pero el 19 de noviembre sólo será recordado como un formidable punto de inflexión en el equilibrio de poder futbolístico. Sólo futbolístico, porque fútbol fue lo único que se vio, y lo único de lo que se habla hoy.

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