28 de enero de 2005

Remiendos

Estas líneas son pura obligación. Tecleo despacio, sopesando cada palabra. No es la fórmula más sencilla, ni la mejor, para parir un escrito. Cuando las musas no llegan, cuando la inspiración anda en huelga perenne, ¿qué hacer? Remiendos. Como esto, que no es más que un remiendo. Sólo cuando la crecida del aburrimiento amenaza con llegarme al cuello me dispongo a escribir.

Días raros

¿He de atribuir esta abulia política de la que estoy preso a que ahora gobiernan los míos? ¿Quién coño son los míos? Qué se yo. No digo más que estupideces. Los míos, argg.
El caso es que las últimas polémicas políticas que han menudeado por los medios no alimentan mis ganas de escribir. No espolean mi ánimo ni hacen florecer mis ideas. Extraño asunto: mis ideas proceden, pues, del odio, de la mala hostia. Nacen de ahí. Así no hay quien llege a sitio alguno.
El sentido de la responsabilidad también es divisa del escritor.

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