25 de febrero de 2009

Run away

El viernes, mientras veía embobado Slumdog Millionaire, me acordé irremisiblemente de Trainspotting. Hace trece años que Danny Boyle estrenó aquella cinta narcótica y disparatada. Recordé a Ewan McGregor corriendo a la desesperada por las calles de Edimburgo, huyendo de la pasma. Una especie de sintonía visual vincula aquellas carreras con las que los niños de esta cinta llevan a cabo por un Bombay populoso y en technicolor.

Se me ocurre que en el salto que va de una escena a otra está contenido el aliento del nuevo mllenio. El trueque de un hombre nihilista y hastiado a otro nuevo, forjado en un idealismo optimista, quizás un poco hueco, pero del todo necesario. Sin el mensaje poderoso de esta cinta no nos quedaría más salida que un salto al vacío, un futuro oscuro en el que cada vez se nos hace más difícil comunicarnos. Querernos.






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