El viernes, mientras veía embobado Slumdog Millionaire, me acordé irremisiblemente de Trainspotting. Hace trece años que Danny Boyle estrenó aquella cinta narcótica y disparatada. Recordé a Ewan McGregor corriendo a la desesperada por las calles de Edimburgo, huyendo de la pasma. Una especie de sintonía visual vincula aquellas carreras con las que los niños de esta cinta llevan a cabo por un Bombay populoso y en technicolor.
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