14 de diciembre de 2011

Tú antes molabas, Twitter

Hay síntomas irrefutables de que uno se hace mayor:

1) Apetece escuchar música clásica (tiene buena culpa de ello el podcast de Juego de espejos, de Radio Clásica).
2) Parece que las cosas ocurrieron anteayer, cuando en realidad pasaron hace mucho. Bastante.

Me doy cuenta de que no ha pasado tanto tiempo desde que pensé en emprender un estudio sobre cómo se construyen los acontecimientos informativos desde la presencia de Twitter en el imaginario de la comunicación. Y, cuando echo cuentas, descubro que ya hace dos años que me planteé aquella reflexión. Desde entonces, percibo que la masificación del uso de esta herramienta, su vocación totalizadora, ha arrasado las tesis que podíamos plantearnos hace, tan sólo 24 meses.

No sé si se debe a una sensación de hastío particularísima. Quise creer, como tantos otros, que Twitter podría ejercer una influencia decisiva en la ruptura del desequilibrio mediático. Por fin, parecía que una herramienta podía desatar, de una vez por todas, algo parecido a la horizontalidad en la construcción de los mensajes informativos.

La realidad, aunque sólo sea la realidad que yo percibo, es que los Trending Topics de hoy en día están dominados por el fútbol, la televisión y los grandes personajes mediáticos. Los grandes medios se han apropiado del espacio al incorporarlo a sus propias rutinas profesionales. De ese modo, han terminado por fagocitar también el mensaje. En Twitter se habla, mayoritariamente, de lo que ocurre no en la calle, sino en la televisión. Si revisas los TT de cualquier momento, los primeros lugares estarán ocupados por la broma del día, pero inmediatamente después apareceran nombres y asuntos vinculados al último invitado de El Hormiguero, el partido de Liga de esa jornada o, peor, La Noria o Sálvame.

Supongo que este era un proceso inevitable: al expandir la audiencia potencial, los mensajes tienden a excluir lo minoritario y la profundidad de los acontecimientos para quedarse en la superficie de los grandes titulares. O peor: el morbo, la polémica vacua, la discusión grotesca. Cada vez más Twitter es un espacio destinado a discutir la última salida de tono de un político, un cantante o un futbolista. El usuario sigue teniendo voz e interacción, pero los grandes medios, que han vuelto a llegar tarde a este pago, pretenden hacerse con las llaves de la casa.

Toda vez que ya ha logrado imponerse como la generadora de conversación en torno a los asuntos que interesan a la mayoría, la mejora definitiva de Twitter, su única evolución posible, deberá estar asociada a complacer a las minorías. De hecho, el triunfo de esta herramienta se debe a que potencia, como ninguna otra, la esencia viral de Internet. Pensémoslo mejor así: como una red en la que cada nodo es esencial para que todo el tejido se articule. No como un gran caudal al que los pequeños afluentes embocan para morir.

La breve historia sentimental de Twitter nos exige el esfuerzo necesario para no ceder este espacio. Para no consentir que los temas pequeños se asfixien bajo el peso de las mayúsculas.