29 de diciembre de 2004

La escopeta universal

Ayer estuve viendo "Alejandro y Ana. Lo que España no pudo ver del banquete de la boda de la hija del presidente". Lúcida (y muy cachonda) reinterpretación de lo que pudo ser aquél fasto vergonzoso. Además de partirse de risa, la obra invita a reflexionar sobre lo mal que huelen los fogones del poder político; y sobre quién manda de veras sobre nuestros destinos.
¿Los peros? Sí, es un sitio inusual y algo incómodo para ver una representación (un salón de bodas), aunque la proximidad de los actores con el público nos hace cómplices de la pantomima. Pero me niego a considerar como una tara de la obra (que tendrá otros muchos fallos, pero para eso están los sabios críticos, no yo) su absoluta y reiterada demagogia. Y es que es una demagogia buscada. Tengo entre manos el libreto promocional. Dice: «Es una obra oportunista. Pero ¿cómo íbamos a desaprovechar esta oportunidad?». Y también: «Es un ejercicio de rencor. Porque no fuimos invitados. Es una obra que recoge el rencor de todos los que no fuimos invitados. Es una obra que recoge el rencor de los segundones, de los fracasados, de los envidiosos».
Aznar arremetió una vez contra «los perros que ladran su rencor por las esquinas». Esos perros le salieron gallitos. El tipo que más ha puesto de su parte para que el rencor se reinstale en una sociedad tan cainita como la española, se dio el gustazo de rubricar su mandato con el gran bodorrio. Y prentendía que el público aplaudiera embobado.
Menos mal que sobreviven los ejercicios de rencor y demagogia (como Michael Moore, como "La escopeta nacional"). Sin ellos, no podríamos seguir ladrando, sólo nos quedaría aullar a la triste luna llena.

28 de diciembre de 2004

Escritura automática

Ejercicio de estilo navideño. Allá va:

Ben iba al cine cada dos por tres. No porque le gustaran demasiado las películas, sino porque mientras estaba en la sala aquella, semivacía y a oscuras, podía pensar con claridad en sus asuntos. Preocuapantes asuntos eran, pues mantenían a Ben anclado en aquella butaca tercera, cerca de la salida de incendios camuflada. Horas pasaba allí. Se escondía detrás de la cortina de esa salida cuando acababa una proyección para evitar que el acomodador le echase a patadas. Ben no sabía que el acomodador sabía que perpetraba esa pantomima diaria. El acomodador era un tipo muy sabio, pero Ben jamás se dio cuenta de ello. Si lo hubiera percibido, todo lo que vino despúes tal vez no hubiera pasado. La vida se encarrila para bien o para mal en función del número de consejos que uno está dispuesto a escuchar y a seguir. Ben desoía muchos consejos. Y le daban ya pocos.

21 de diciembre de 2004

Adriano en Atocha

Leo "Memorias de Adriano". Da claves de lo que es ser un gobernante. Las intrigas en los sótanos del poder han existido desde que el hombre es hombre. Ya en el siglo II, ya en el XXI. Y aunque la historia tiende a levantar mitos donde no los hubo, algo debieron hacer los "grandes hombres de la historia" para figurar en ella. Corresponde al futuro, a nuestros nietos, valorar si en momentos de crisis como el que se dio en marzo pasado, nuestros dirigentes dieron la talla. Y también el pueblo será evaluado. El día 15 de marzo, tras el vuelco electoral, Gabriel Albiac tituló su columna en El Mundo así: "Adiós, España". Habíamos sucumbido al chantaje terrorista. Habíamos pecado. Habíamos votado sin libertad. Un día, con tiempo y ganas, me dedicaré a indagar sobre lo que decían los papeles en 1808, cuando echamos a los franceses en un levantamiento popular con pocos precedentes en nuestra trayectoria. Tal vez algunos periódicos de la época se dolieron del asunto; penaron compungidos por la cagada memorable, despidieron ya a nuestro pueblo, que dejó escapar el tren de la modernidad expulsando a los galos, retornando deliberadamente a la caverna, recurriendo a la barbarie contra la razón neoclásica y liberal que pretendió exportar Napoleón a base de hostias. Tal como Bush, mucho después.
Hoy, los libros de texto glosan aquellos acontecimientos subrayando la entereza y la unidad de un pueblo que, atacado, supo reaccionar. Que defendió lo suyo. Que no se quedó en casa. El mismo 11-M, toda la clase política nos animó a hacer lo mismo: salir de casa, movilizarnos contra la agresión, defender lo que era nuestro, la democracia, lo que creamos entre todos y pretendían arrebatarnos. Pero más tarde los resultados electorales fueron los que fueron. No sé que hubiera pasado en los comicios si no hubiese habido atentados. Pero el hecho es que los hubo. Aventurar hipótesis es tan fácil como abrir la boca. Probarlas es otro cantar.